En el muelle de San Blas, Panamá.
- María Fernanda Armella
- 1 jul 2017
- 3 Min. de lectura
Junio, 8, 2017.

Niño Guna. Fotografía: María Fernanda Armella
El verano pasado una amiga y yo tuvimos la oportunidad de hacer un viaje increíble por Centro América. Fueron sin duda los mejores 48 días de playas, montañas, volcanes, reservas ecológicas, pueblos y ciudades que guardan en su centro miles de historias, guerras y desarrollo. Finalmente el tiempo haciendo de las suyas, nos abrió la puerta para ver una de las caras más interesantes de la hermosa Latinoamérica. Fascinadas con las raíces de cada país, decidimos conocer las principales comunidades indígenas de cada zona y fue así como la gente de la conocida Comarca de San Blas en Panamá, nos dejó sin palabras. La comunidad indígena que vive en esa zona se llama Guna, de hecho, San Blas es conocido también por los locales como la Comarca Guna Yala. Para combinar con el nombre de la zona y el nombre de esta comunidad, el idioma o dialecto que hablan se llama Guna también.
Así empezó nuestra aventura. Salimos alrededor de las 5 a.m. de la Ciudad de Panamá, del hostal Villavento para ser más específica. Subimos a una camioneta tipo combi en la cual pasaríamos las siguientes dos horas y media con un grupo de 5 chavas estadounidenses, 3 chavos irlandeses y una chava alemana. Después de una hora extrema de curvas (al menos para mí), llegamos al Puerto de Carti. Un pueblo donde está uno de los embarcaderos principales que lleva a los turistas en sus rústicas lanchas hacia las islas de San Blas. Este fue el primer encuentro con la cultura Guna. El capitán de la embarcación era Guna, el guía turístico era Guna, nuestro chef sería Guna y los anfitriones de nuestra estancia en una de las islas caribeñas serían Gunas. Así es, nos sirvieron cultura local en charola de plata.

Cuando llegamos a Carti había poca luz. El clima no nos favorecía ese día, ya que había nubes que podrían tapar a la Tierra entera y por el otro lado en Panamá, anochecía alrededor de las 4:30 pm. Sin mucha expectativa de lo que veríamos, llegamos a nuestra pequeña isla donde pasaríamos la noche. La Comarca Guna Yala está comprendida por 365 islas alrededor del caribe, de las cuales ni cerca de la mitad están habitadas. En cada pequeña isla vive una familia Guna y es su deber mantenerla limpia y productiva en cuanto a agricultura, pesca, producción de artesanías y al turismo. Las actividades anteriores son las que mantienen viva a la comunidad. Hay otras islas un poco más grandes que funcionan como la sede del grupo. En ellas vive más que solo una familia, en ellas se les enseña español e inglés a los niños y ahí está una de las antenas que los mantiene un poco conectados con el resto del país.
Podría seguir hablando de datos duros, como la extensión de las islas, la extensión del territorio donde se ubican las mismas, de la historia de la cultura indígena o la procedencia del nombre, pero quiero plasmar en este texto mi experiencia y como parte de mi experiencia el asombro que me llevé con respecto a la hospitalidad de ésta gente. Estuvimos solamente dos noches en este increíble lugar. Afortunadamente el clima dio un giro inesperado y el sol brilló sobre la Comarca. Aprovechamos para bucear, hacer snorkelling, comer extremadamente rico, convivir con los Guna e incluso salir de fiesta isleña con ellos. Fueron los mejores guías turísticos.

En el día visitamos varias islas icónicas como la del barco hundido, la isla de las estrellas marinas y una por la cual podíamos caminar kilómetros con el agua a la rodilla, siendo así, armamos una red de voleibol en dos segundos y se hicieron los torneos entre Gunas y turistas sobre aquella cama de agua. En el trayecto de una isla a la otra ellos se encargaban de que la pasáramos bien. Me sorprendió que tanto adultos, como jóvenes Guna, tenían gran conocimiento del reggaetón y de la salsa, sabían como ofrecerte una cerveza tras otra y como bromear con los estereotipos de cada extranjero que visitaba su hogar.
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